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Al entrar al lugar llamado “The Barn” donde mucha gente estaba reunida para la celebración mexicana del Día de los Muertos el 2 de noviembre, yo no anticipé que tal celebración me haría reconsiderar un festival chino – Día de la Limpieza de las Tumbas – que fue parte de mi propia niñez.
Música latina sonaba a todo volumen al fondo. Niños con caras pintadas de esqueletos bailaban y cantaban con alegría en el escenario. Al lado había una ofrenda comunitaria, adornada con fotos de seres queridos fallecidos; velas; y las flores cempasúchil las cuales se cree que guían a los espíritus en su regreso a casa.
Cerca, una mesa ofrecía pegatinas cortadas en forma de estas flores. En ellas se podían escribir en ellas los nombres de los propios seres queridos ya fallecidos, así como mensajes para ellos.